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Escasez de agua en Chile: temporada de riego ajustada pone en jaque a agricultores



Hoy en nuestro blog te contamos respecto a la publicación del 13 de marzo de la Revista del Campo de Diario El Mercurio, que señala cómo se vivió la temporada de riego agrícola en la zona central de nuestro país, también cómo se han visto afectadas las aguas disponibles para los agricultores por el alza de las temperaturas estivales, y además, cómo el bajo nivel de aguas que tienen los embalses a lo largo del país han afectado a nuestra agricultura. Te dejamos invitado a leer la nota a continuación…


Pese a que el mayor nivel de lluvias y nieve del año pasado auguraban un verano con más agua, las altas temperaturas y la ausencia de precipitaciones por más de tres meses han afectado fuertemente la disponibilidad del recurso.


“En la temporada anterior llovió mucho menos y hubo menos nieve, pero tuvimos más agua que este año”, asegura el agricultor Isidoro Figueroa, quien riega con aguas del canal Cabrerano en la localidad de Auco, en la parte alta del valle del Aconcagua.


Esa escasez de agua se notó en los menores rendimientos de la hectárea de alfalfa que sembró para hacer fardos para alimentar a sus animales en el invierno. Si normalmente obtenía 200 colisas por cada corte, esta temporada cosechó solo 70, por lo que tendrá que comprar fardos.


Figueroa, además, vio disminuir su disponibilidad de agua por la medida de redistribución exigida por la Dirección General de Aguas (DGA) a la junta de vigilancia de la primera sección del río Aconcagua, que ha implicado ceder un mayor volumen a los usuarios de las otras secciones, a raíz de lo cual habría unos seis mil regantes afectados en Los Andes, San Esteban, Calle Larga, Rinconada, Santa María y San Felipe.

 





 

“Yo estoy al fondo del canal y nos ha afectado mucho, porque lo poco y nada que viene de agua se queda más arriba”, dice Isidoro Figueroa, quien a comienzos de marzo presentó, junto a otros siete pequeños agricultores de Rinconada, un recurso de protección en contra de la DGA por los perjuicios que les ha traído la medida.


Más allá del crítico caso de Aconcagua, que no cuenta con embalses para riego, otras cuencas del Norte Chico y de la zona central enfrentan desde febrero una ajustada temporada, que se ha vuelto más crítica en las últimas semanas debido a las altas temperaturas, la ausencia de lluvias y el bajo nivel de los embalses, aun cuando en la primavera se esperaba que fuese un verano tranquilo.


Embalses bajos


La experiencia que han dejado los años de sequía en el norte es que deben pensar a mediano plazo y programarse. Por eso, las reservas de agua que acumulan los embalses son claves, especialmente en la Región de Coquimbo, aunque por estos días algunos ya están en niveles críticos.



En el río Elqui, si bien ya está terminada la temporada de riego para los productores de uva pisquera y vinífera, lo que ayuda a que el consumo disminuya, muchos pequeños agricultores necesitan seguir regando en marzo, principalmente las hortalizas, y la situación es muy compleja.


“Los caudales históricos son menores que el promedio del mismo mes entre los años 1991 y 2020, que corresponde al 27% en la cuenca del Elqui, y el agua embalsada en la cuenca es de 23%, y disminuyendo”, explica Gabriel Varela, presidente de la junta de vigilancia del río Elqui, y detalla que están con un déficit de 100 millones de metros cúbicos en relación con el volumen de agua que se reparte habitualmente en la temporada.


Si bien están estudiando medidas para obtener nuevas fuentes de agua en colaboración con la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH), como construir nuevos pozos de sequía y apoyar la construcción de una planta desalinizadora, asegura que el panorama para el próximo año es crítico.


“Si no llueve en el invierno y no cae suficiente nieve en la cordillera este año, estaremos en un escenario de escasez extrema, donde no tendremos agua embalsada en Puclaro, que llegaría a un nivel de aguas muertas, y solo nos quedaría agua en el embalse La Laguna, que duraría solo la temporada”, afirma Gabriel Varela.


La difícil situación se repite en otras cuencas del país, ya que diez de los embalses destinados a riego están con niveles de capacidad inferiores al 20% y casi todos se encuentran con menos de la mitad del volumen de agua total que pueden almacenar (ver infografía).




Altas temperaturas


En la Región de O’Higgins, la mayor parte de los agricultores depende de los deshielos para saber cómo viene la temporada, y en pocos años el escenario ha cambiado rápidamente, debido a las mayores temperaturas de noviembre, diciembre y el verano.


“Si hace diez años era habitual que la nieve durara hasta el 24 de enero, desde hace cinco años llega hasta el 25 de diciembre, y este año fue solo hasta el 4 de diciembre. Después empieza el derretimiento de las nieves duras y del glaciar, y este verano lo estamos pasando solo con el derretimiento de glaciar”, explica Graciela Correa, gerenta del canal Chimbarongo y de la Federación de Juntas de Vigilancia de la VI Región.

 




 

El cambio en los deshielos ha obligado a que los canalistas reprogramen los turnos de riego, por períodos de cada siete o diez días, y también debería implicar hacia la próxima temporada una revisión de los cultivos que se siembran hacia fines del verano.


“Con dolor veíamos cómo pasaba el agua en exceso durante noviembre, sabiendo que en enero y febrero íbamos a estar tremendamente apretados, y así ha sido… Los maíces están terminando de regarse y cada vez hay más hortalizas en esta zona, por lo que la temporada de riego dura por lo menos hasta el 31 de marzo”, asegura.


Los cambios en las fechas y velocidad de los deshielos también genera efectos complicados en cuanto a la alta turbiedad de las aguas, que durante algunos días ha llegado a tapar las compuertas de los canales, los que se tienen que cerrar y limpiar.



“Este año hubo una primavera bastante más fría o nublada, con isotermas más bajas, por lo que el río prácticamente no traía agua, y luego días muy calurosos, en que el agua venía con mucho barro y esos cambios significan muchos problemas”, asegura Luis Baertl, presidente de la junta de vigilancia de la primera sección del río Maipo.


En ese sentido, explica que los técnicos de la junta de vigilancia están estudiando qué implican estos cambios, ya que también provocan alteraciones en los horarios en que el río lleva más caudal.

 






 

“Hay horas en las que el río puede llevar un caudal que es el doble que la otra mitad del día, llevando volúmenes muy grandes en la noche y sumamente bajos hacia el mediodía, lo que tiene implicancias en la operación de los marcos repartidores, la acumulación de barro y otros puntos que hay que cuidar”, explica.


Por eso, a pesar de que ha sido una temporada de riego levemente mejor que la anterior, Luis Baertl recalca que sigue siendo una situación crítica para todo el valle central, donde la agricultura se ve afectada, y estima que al menos unas 20 mil hectáreas de cultivos anuales no se están trabajando en la Región Metropolitana debido a la escasez de agua.


“Dentro del contexto hídrico y climático en que estamos, no hay mejor ni peor temporada, porque es tan poco lo que llueve que la afectación a la agricultura no va a mejorar”, dice.


Planificar


En el río Maule, hasta fines del año pasado los agricultores estaban tranquilos, ya que el volumen de nieve acumulada y las precipitaciones caídas el año pasado les hacían pensar en una temporada de riego sin contratiempos.


Sin embargo, el calor y la ausencia de lluvias durante más de cien días han cambiado el escenario, y están llegando a la etapa final de la temporada muy ajustados, con restricciones similares al fin de la campaña anterior.


“Las condiciones de esta temporada, con un promedio de 1,2 a 1,5 grados más de calor que en la anterior, con más de 80 días con máximas sobre 30 ºC, los deshielos se vieron afectados rápidamente y la temporada se complicó al mismo nivel que el año pasado… Estamos viviendo una sequía intensa, con muchas restricciones”, asegura Carlos Diez, presidente de la junta de vigilancia del río Maule.

 





 

Para volver a condiciones normales, estima que este invierno deberían caer cuatro metros de nieve en esa zona y llover cerca de dos mil milímetros, por lo que han comenzado a plantear a los regantes la necesidad de generar un ahorro para la temporada siguiente, aprovechando el embalse Laguna del Maule, algo que no está incorporado en la cultura local.


“No todos lo entienden y muchos están preocupados solamente de salvar la temporada, pero tuvimos que restringirnos desde comienzos de febrero pensando en la próxima temporada. Hay que pensar a largo plazo y tener en cuenta que, a pesar de que en esta zona se puede ver mucha agua, solo tenemos un embalse para riego, y si no contamos con ese respaldo, la agricultura puede morir”, plantea Carlos Diez.


Debido a eso, la junta de vigilancia decidió repartir hasta mediados de marzo solo el 40% de la dotación que corresponde para cada acción, lo que podría disminuir a niveles de reparto inferiores al 30% hacia abril, debido a que marzo se ha presentado con temperaturas máximas mucho más altas que lo habitual, por encima de los 34 ºC.


En nuestra comunidad conocemos la preocupación de los agricultores tras las altas temperaturas estivales de esta temporada y respecto cómo la ausencia de precipitaciones han afectado fuertemente la agricultura nacional, por lo que consideramos importante que nuestras autoridades tomen medidas enfocadas en enfrentar el cambio climático y que involucren la implementación de estrategias, tecnología, herramientas e infraestructura que apoyen directamente a nuestra agricultura y a la producción nacional de alimentos.


 

Que te parece el resumen de la temporada de riego 2022-2023? Que medidas crees que son importantes que consideren nuestras autoridades para enfrentar el inminente cambio climático en nuestro país?


¡Cuéntanos, En Agroin Chile te queremos escuchar!


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